La Huerta, en el centro educativo, constituye un espacio didáctico más, donde a través de la realización de tareas, además de aprender la práctica, se trabajan conceptos teóricos y se trasmiten valores.
Trabajando con niños en edad inicial, comenzamos a introducirlos en el mundo de la producción de alimentos, pero también se introducen en el fascinante mundo de la vida natural, descubriendo asimismo la sorprendente diversidad biológica que habita en el suelo.
Mediante la realización de las tareas inherentes a una Huerta (preparación del suelo, siembra de almácigos, preparación de abonos y sustratos naturales, trasplantes, cuidados y riegos, cosechas, etc.), se van explicitando, en la práctica misma, conceptos que tienen que ver con los elementos de la naturaleza, la vida y la muerte, el tiempo y el espacio.
La Huerta es un aula más donde pueden exponerse teórica y prácticamente, disciplinas que van desde la Geometría a la Física, de la Biología a la Geografía, de la Química a la Astronomía. Muchos saberes pueden pasar por las callosas manos de un agricultor y a través de su práctica se generan nociones, valores y conceptos como la importancia del trabajo, la dedicación, el esfuerzo y la constancia, la paciencia, el saber esperar los tiempos de la naturaleza, la cooperación o la responsabilidad.
Y por si fuera poco, al cosechar los frutos, se genera esa indescriptible noción/sensación sobre la nobleza del trabajo y más aún, sobre la nobleza de la tierra. Todo esto, claro está, bajo una mirada ecológica y de permanente cuidado de la sustentabilidad ambiental.
También las Docentes de Miró reciben capacitación en todo lo que tiene que ver con el Taller de Huerta Orgánica, ya que las actividades no se limitan a las horas de taller sino que también se realizan tareas permanentes tanto en los salones como en la propia huerta.
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